Irremediablemente
van cayendo las hojas del calendario, y nos encontramos ya inmersos
en una nueva cuaresma y muy cercana la Semana Santa.
De no ser por los
fríos, cada día radiante y despejado que amanece, nos transporta a
la mañana del soñado Domingo de Ramos: los azules cada vez más
azules, el sol cada vez más brillante, y las tardes cada vez más
largas...
Es una gozada para
los sentidos ver los altares
cuajados de luces, oler los
aromas de los inciensos que se queman en templos, comercios y
hogares, saborear los vinos típicos de estas tierras en esta época,
oir el rachear de los costaleros que ensayan en las frías noches, y
sentir como se estremece el alma al besar la mano o el pie de tu
venerado titular...
Tras meses de
ensayos, llegados a estas fechas, se percibe en el ambiente las ganas
de conciertos, de procesiones, etc. Prácticamente sólo queda
concretar y fijar detalles, pues el trabajo duro quedó ya hecho.
Ahora comienza la recta final, en la que los días vuelan con los
ensayos; cada marcha que interpretamos, nos transporta a una calle,
una esquina, tras cualquiera de nuestras hermandades, y por momentos,
se te eriza el vello como si de verdad estuviéramos en Semana Santa.
Por tanto, es hora
de disfrutar de todo lo que nos envuelve, pero sin perder la esencia
de lo que significa la cuaresma, ni de lo que queremos mostrar en
nuestras procesiones. Que nuestro eje y nuestro único fin sea la
Palabra de Dios, y evangelizar con nuestras procesiones, actos y
cultos.
Que disfrutéis un
año más de una magnífica cuaresma y Semana Santa. Paz y Bien.