Casi sin darnos cuenta, esta tempranera cuaresma que este
año nos encontramos nos acaba de “engullir” tras la celebración de la misa de
imposición de ceniza. Aunque aún sean las tardes cortas y las madrugadas
heladoras, no cabe duda de que los días del invierno se van agotando, y más
pronto que tarde, estaremos ante una nueva primavera, y ante una nueva Semana
Santa.
Ya estamos disfrutando de los magníficos altares de los
primeros cultos, ya hay conciertos, certámenes (cada vez más escasos, por
cierto), besamanos, vía crucis, etc. Todo nos hace ver que como se suele decir “esto
está ya aquí”. Y como cada año por estas fechas, no son pocos los ensayos
que ya llevamos sobre las espaldas las diferentes formaciones musicales que a
lo largo y ancho de España, preparamos con tanto mimo nuestra particular
Cuaresma y Semana Santa.
Y no es tampoco menos cierto, que el mundo de la música
procesional es uno de los que más (si no el que más) ha evolucionado dentro de
todas la artes que conforman la Semana Santa. En todos los aspectos:
instrumentación, uniformidad, conocimientos musicales, etc. Y cada vez mucho
más exigente, aunque a veces no se vea reflejado en los contratos, ya que la
mayoría de la hermandades no equiparan los honorarios de las bandas al nivel de
exigencia que las propias hermandades imponen a las mismas, pero ese no es el
tema al que venimos. Volviendo a la exigencia musical en sí misma,el nivel de
conocimientos musicales y el nivel interpretativo ha crecido exponencialmente
en las últimas décadas, lo que exige un mayor trabajo de las bandas a nivel de
preparación y ensayos, y esto en muchas ocasiones, pasa factura.
El trabajo de la mayoría de las bandas cubre prácticamente
10 meses del año, y esto unido a otros temas, está llevando a la desaparición a
muchas bandas y a la forzosa fusión entre otras, especialmente en bandas que no
son de capital. Paradójicamente, cuando mejor salud están viviendo las bandas a
nivel musical, peor lo están pasando a nivel de componentes. Pero esta mengua
en componente humano, se está reflejando también en muchas cuadrillas, ya sean
costaleros/as, bastoneros/as, o portadores/as, se denominen de la manera que se
denominen. Y es que, no podemos pasar por alto que la Semana Santa es un ente
vivo dentro de la sociedad, y no podemos obviar el momento que nuestra sociedad
atraviesa, cada vez más laica y más “enfadada”, por decirlo de alguna manera,
con todo lo que”huele” a iglesia y a cristiano.
En esta batalla diaria andamos muchas bandas, llegando en
muchas ocasiones a forzar a las juntas a intentar miles de cambios con el fin
de conseguir el mejor funcionamiento posible de las bandas. Nuestra formación
no es ajena a estos avatares, y ello en muchas ocasiones nos ha llevado a
replantearnos el camino a seguir, pero el camino a seguir en muchas ocasiones
se nos olvida cual es, y no es otro que acompañar al Señor y a la Virgen con
nuestros sones, y en nuestro caso el fin fue, es y será, acompañar a nuestro
Cristo, a nuestra Virgen, y a nuestra Santa Cruz, y siempre siendo nosotros y
sin renunciar a nuestra personalidad, ya que de otra forma no seríamos
nosotros, y no tendría sentido.
Feliz Cuaresma y Semana Santa a todos.
David
Carmona Gómez.